En las últimas semanas, he pensado que algunos pacientes comparten un síntoma: Una depresión angustiante por sentir que todo lo que desean se les frustra. Con narrativas más o menos parecidas, comunican constantemente la sensación de que siempre se frustran sus anhelos; jamas lográn alcanzarlos.
Es mucho y muy intenso, el odio y la agresión que se alberga internamente cuando se desea lo que otro tiene. La rabia que sienten estos pacientes les hace temer la existencia del karma, que en términos psicológicos se llama temor persecutorio. La frustración de los deseos produce envidia, hambre, celos, rencor, deseos de venganza. Desear demasiado conduce a la desesperación.
Dice Jorge Sánchez Escárcega ( 1960- 2008) que la depresión angustiosa puede verse claramente reflejada en dos circunstancias:
- En aquellas personas que tienen grandes dificultades para alcanzar sus metas e ideales o incluso para alcanzar el amor de quien consideran valioso. Estas personas creen que mientras más buscan o persiguen al objeto de amor, menos respuesta encuentran de su parte.
En la psicología pop abundan referencias sobre este punto. En twitter, @thesinglewoman (la mujer soltera) dice casi siempre lo mismo: “do nothing, move nothing. What is meant to be, will be” (no hagas nada, no muevas nada. Lo que está destinado a ser, será). La creencia en el destino consuela a muchos que piensan que al dejar de perseguir algo, ese algo llegará a ellos. De forma inexplicable y paradójica, a veces así sucede en la realidad. Sin embargo, parecería que el requisito para conseguir es dejar de desear y ser incapaz de disfrutar lo alcanzado. El motor de esta depresión es desear lo inalcanzable. Si se alcanza, se deja de desear . En cuadros masoquistas o narcisistas se ve esta tendencia a la idealización, a amar imposibles. En los narcisistas, el efecto es la decepción y el posterior abandono ante la imperfecta realidad y en los masoquistas, el amor sin fisura que parece alimentado eternamente por el dolor de lo inaccesible.
Estas personas viven postergando, posponiendo, anhelando siempre lo que no tienen y desesperándose al ver que no hacen nada para conseguirlo.
- En aquellos que siempre dudan de lo que han logrado y de lo que tienen. Estas personas siempre tienen la sensación de que en cualquier momento perderán lo conseguido. Tienen miedo de ganar, alcanzar, conseguir, porque la amenaza de la pérdida es tremendamente grande. Siempre desconfían, dudan, se sienten perseguidos. Son más paranoicos y angustiados que depresivos.
De fondo, la autodevaluación es la causa de que los anhelos se frustren; o por falta de determinación o porque una vez alcanzados, se hacen maniobras inconscientes para destruirlos.
Si yo me veo como poco valioso, maligno o dañino, trataré de proteger a los demás distanciándome. Esto se ejemplifica en el caso del muchacho que no consigue durar más que unos cuantas meses con sus parejas a quienes termina alejando y que a veces regresan a él cuando ya perdió el interés en ellas.
Da mucho miedo desear tanto algo pues se puede llegar a sentir que se desea tanto porque se carece de mucho. “Aléjate para que ya no me hagas sufrir, aléjate para que no sea yo quien te destruya”.
A veces recurrimos a la devaluación de lo deseado: “ni siquiera me gustaba tanto”, “no estaba tan buena la chamba esa”, “al fin que ni quería ir a ese viaje”… como una defensa para no sufrir tanto por lo no alcanzado o por lo perdido.
La idealización patológica se juega también en estos mecanismos de autosabotaje. Si yo idealizo una situación o a una persona, en la misma proporción que idealizo me vivo como carente de valor y lleno de hambre. Al demeritarme, engrandezco (y odio) lo anhelado, en un circuito de idealización, hambre, voracidad, depresión, odio, rabia, envidia, deseos de venganza, miedo de ser perseguido, devaluación de lo idealizado, ataque agresivo de lo logrado antes de que alguien me lo quite, vacío, hambre, desesperación…
Sí, somos capaces de provocar el alejamiento de las oportunidades doradas, los amores de buena calidad, los momentos de felicidad, si nos demeritamos, si creemos que valemos muy poco, si nos vemos como seres hambrientos y carentes que terminarán espantando y alejando todo lo bueno que tiene la vida para darnos.
Esta dinámica lleva a la soledad y a la desesperación. No hay sugerencias para esta semana. Síntomas así requieren necesariamente terapia de mediano a largo plazo.
Vale Villa es terapeuta individual, familiar y de pareja
Citas y contacto: valevillag@gmail.com
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