No debemos ser felices; por el contrario, intentar saber vivir. Huir de lo que Pascal Bruckner llama «la euforia perpetua, el deber de ser feliz». Se huye de un modo bastante simple: aceptando, apreciando, recibiendo lentamente, las pequeñas cosas que cada día trae; lo opuesto, la alienación y la prisa, alejan la posibilidad de saber vivir bien. También la voracidad.
Algunos shots de felicidad personal:
Una lección inesperada en un lugar inesperado sobre los usos del punto y coma.
Sentir durante un rato largo el poder de las piernas al correr; para aceptar, unos minutos después, que estoy agotada.
Escuchar con atención absoluta las palabras de quienes amo. Oír con la mirada, acariciar con el silencio, abrazar con la aceptación sin juicio, recibir todo cuanto alguien puede o quiere dar. Y aprender a sentir que es suficiente.
ESTO ES PARA LEER TODOS LOS DIAS POR LA MAÑANA. Saludos.